domingo, 24 de julio de 2011

Esto no es Silicon Valley

La falta de cultura emprendedora y la excesiva regulación frenan la creación de empresas tecnológicas - Algunas iniciativas se atreven en un entorno hostil; otras prefieren marcharse


.........Las diferencias competitivas entre Estados Unidos y España son abismales, sobre todo, en dos aspectos: económicos (capacidad de encontrar inversores y la cantidad económica que están dispuestos a entregar) y legislativos (menores trabas y más agilidad en la gestión).

Pero es la barrera cultural la frontera más difícil de combatir. Una buena parte de los profesionales prefiere trabajar en grandes empresas, entregando su talento e, indirectamente, coartando su capacidad de innovación. Son pocas las compañías tradicionales que cultivan y potencian un clima laboral en el que el trabajador sienta que sus ideas pueden tener un recorrido o un simple reconocimiento.

domingo, 10 de julio de 2011

Innovación

Richard Gerver

http://www.richardgerver.com/index


Los jóvenes "para vivir en un mundo tan increíblemente incierto, que necesitamos que sepan asumir riesgos, que entiendan mucho mejor la cultura de la innovación, necesitamos que sean muy proactivos, responsables, que sepan trabajar en equipo, manejar la comunicación, las redes sociales; esas son las herramientas que nuestros hijos necesitarán y que les debe dar la escuela


Es necesario pararse a pensar si hay otra manera de hacer las cosas en vez de correr siempre hacia delante. Porque hasta ahora hemos identificado “cambiar” con hacer lo mismo que antes, pero más rápido, mejor, y más fuerte. Es necesario cambiar la mentalidad, es decir, ser innovadores, creativos. Todo lo que sabemos es lo que ya hacemos.

domingo, 3 de julio de 2011

Publicación do libro "Muller e enxeñería"

Ven de saír do prelo o libro "Muller e enxeñería" (cuxa coordinadora é Ana Jesús López Díaz) que recolle as contribucións das relatoras das xornadas pluridisciplinares co mesmo nome celebradas a primaveira do 2010 no Campus de Ferrol. Nas devanditas xornadas aportáronse achegas que contribúen á análise da relación entre as mulleres e a universidade, na cal, porén que a porcentaxe de alumnas supera o 50%, subxace a problemática de xénero, á vista da segregación por parcelas do coñecemento e mesmo na vida laboral post-universitaria, onde os cargos directivos máis importantes están copados por home.
Eis o enlace ó libro

Lo macro condiciona lo micro

ISABEL NEIRA 16/06/2011

La actual crisis financiera y económica en la que estamos inmersos ha acabado por ser denominada una "crisis de confianza", lo que ha llevado a popularizar un término de reciente introducción en la investigación económica, pero del que ya existía en el ámbito académico una importante literatura: el capital social. La literatura económica se dedicó durante tres décadas a tratar de demostrar que la educación no solo condiciona el salario de quien la recibe, sino que contribuye al desarrollo de toda la sociedad. Pero el capital social también influye.

El principal indicador utilizado es el de la confianza, que tiene dos vertientes: la confianza en los demás (interpersonal u horizontal) y la confianza en las instituciones políticas (vertical). Unas instituciones fuertes, con normas claras y reglas de juego conocidas, generan confianza en la sociedad. Por el contrario, la opacidad de las instituciones y la pérdida de confianza en las mismas, unido a que los ciudadanos son cada vez más formados y más críticos, llevan a una pérdida de confianza general.

Esta situación en contextos de crisis financiera implica bancos que desconfían los unos de los otros para prestarse entre sí, además de ciudadanos y bancos desconfiando mutuamente.

¿Cuál es la solución? Generar confianza. En la creación del capital social influyen numerosos componentes pero destacan, sobre todo, el papel de las familias y de la educación como fuentes más importantes para su formación y mantenimiento. Si los ciudadanos perciben que pueden confiar en las instituciones (Gobierno, banca, mercados financieros...), se obtiene un mayor clima de confianza generalizada, que lleva a las personas a confiar en las posibilidades de la economía y a la necesidad de retomar el consumo, que se retrae ante situaciones de incertidumbre.

Los problemas individuales de los trabajadores, lo que los economistas denominamos microeconomía, están condicionados por lo que se decide en las altas instancias, es decir, la macroeconomía. Es necesario, por lo tanto, que las decisiones se tomen de un modo firme para que los ciudadanos por fin vuelvan a confiar y se perciban los cambios que la sociedad demanda.


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Las mujeres, motor del cambio

DOMINIQUE MOÏSI - 03/07/2011

Están las mujeres a punto de convertirse en motor del cambio político en Europa? En los círculos de expertos en crecimiento económico, la experiencia y el sentido común indican que los avances, la rendición de cuentas y el trabajo denodado comienzan con las mujeres y dependen de ellas. Los microcréditos, por ejemplo, son mucho más eficientes cuando son las mujeres las que los reciben y los amortizan. Tal vez por ser las que tienen a los hijos y deben encontrar medios para alimentarlos, ahora se ve a las mujeres como los mejores "agentes de cambio".

Esa afirmación parece hoy tan aplicable a la política europea como lo ha sido a la economía en ciertas partes de África y Asia. Los resultados de las recientes elecciones municipales de Italia podrían ser una señal de una dinámica incipiente: fueron las mujeres las que expulsaron del poder con sus votos al partido de Silvio Berlusconi en Milán, ciudad que ha controlado durante mucho tiempo (y base de su poder).

No existe una vinculación directa entre ese resultado y el dramático escándalo de Dominique Strauss-Kahn en Nueva York, pero, inmediatamente después de la detención de DSK, mujeres y jóvenes italianos se movilizaron decisivamente para derrotar con sus votos al partido de Berlusconi (encabezado en Milán, irónicamente, por una mujer). Esos votantes no pudieron soportar más la combinación de machismo y vulgaridad que en tiempos había resultado tan útil al hombre al que los humoristas italianos llaman ahora Berlus-Kahn.

Cuando Silvio Berlusconi llegó al poder hace 17 años, contó con el apoyo de una mayoría de mujeres. No las disuadió su actitud para con ellas, al celebrar por turno su domesticidad tradicional y glorificar su cosificación sexual. Pero la sociedad italiana ha cambiado: ahora la mayoría de las mujeres trabajan y ya no están dispuestas a aceptar el anacrónico y escandaloso machismo de Berlusconi.

Los hombres italianos pueden compadecer al envejecido dirigente, cada vez más parecido a su efigie de cera en el museo de Madame Tussaud, pero las italianas (en realidad, las mujeres de todas partes, parece) solo sienten irritación ante un hombre tan obsesionado consigo mismo, sus diversos juicios penales y sus vulgares placeres, ante alguien que parece no tener otro propósito que el de permanecer en el poder el mayor tiempo posible.

Naturalmente, las mujeres no están solas en su oposición a Berlusconi, pero han sido las que han inclinado la balanza en Milán. Son la encarnación de la modernidad, animadas por un anhelo de dignidad y respeto.

No están solas en la vanguardia de una nueva Europa de las mujeres. Cuando Islandia cayó en picado en la bancarrota por culpa del irresponsable comportamiento de sus minorías dirigentes políticas y financieras, en su mayoría masculinas, el pueblo de Islandia llegó a la conclusión de que solo una mujer fuerte y responsable podía solucionar los problemas del país, por lo que eligió a una presidenta.

La profundidad y la gravedad de la crisis económica y social en países como Grecia, Portugal y España brindan una oportunidad a las mujeres. Ante lo que muchas ven como el equivalente de una "guerra económica", las mujeres están desempeñando un papel cada vez más importante en el mantenimiento de la seguridad financiera de sus familias y cuanto más se generalice esa situación, más mujeres aspirarán a un papel político que refleje su influencia económica.

Naturalmente, el cambio de condición de las mujeres puede no plasmarse inmediatamente en una influencia política cada vez mayor, y el resto de Europa podría no seguir el ejemplo de Escandinavia, donde la igualdad entre los sexos ha avanzado mucho más que en ninguna otra parte, pero esa dinámica parecer estar ya en marcha.

Asimismo, independientemente del resultado del juicio de DSK en Nueva York, ese caso podría representar un punto de inflexión en el trato dado a las mujeres en Europa. Es de esperar que las exhibiciones públicas y privadas de machismo dejen de ser consideradas aceptables.

También en el mundo árabe, desde Túnez hasta El Cairo, las mujeres jóvenes han desempeñado un importante papel en el proceso revolucionario. Su ansia de cambio -comprensible, dado el trato recibido por las mujeres en las sociedades musulmanas tradicionales- parece ser una de las principales causas subyacentes de la fuerza del impulso revolucionario en Túnez y Egipto.

Con esto no quiero decir que "las mujeres" sean una fuerza universal en pro del cambio positivo en Europa y en todo el mundo. Piénsese, por ejemplo, en Marine Le Pen, la nueva jefa del Frente Nacional de Francia, en Elena Ceausescu, la sórdida esposa del exdictador rumano o, más recientemente, en Leila Trabelsi, la esposa de Ben Ali, que huyó a Dubái con una tonelada y media de oro saqueado del Banco Central.

De lo que se trata simplemente es de que, en vista de que tantas personas en tantos países piden un cambio trascendental, la política de igualdad entre los sexos es muy activa en Europa y más allá. La cuestión principal es la de si el número cada vez mayor de mujeres que entran en política hará realidad las perspectivas y los modos de dirección diferentes que muchos votantes (o manifestantes) parecen anhelar ahora.


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Jóvenes inteligentemente selectivas

Hubo un tiempo, no tan lejano, en que la inmensa mayoría de las mujeres no existían fuera de sus casas. Se hacían mayores entre las paredes de una celda de cristal, de la que solo salían para meterse en otra cuando se casaban y pasaban de estar bajo la férula del padre a situarse bajo la autoridad de sus maridos.
El retraso español
La superación de ese régimen de semiesclavitud exigió una revolución política, social y cultural que en Occidente (en otras latitudes pervive aún para desgracia de millones de mujeres) se desarrolló, sobre todo, entre el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Sin exagerar podría decirse, de hecho, que las dos guerras mundiales sacaron a una gran parte de las mujeres occidentales de sus casas, a las que, después, ya no estuvieron dispuestas a volver en las previas condiciones de falta de libertad personal y capacidad de iniciativa.

En España ese proceso se retrasó -o, más exactamente, dio un formidable paso atrás- como consecuencia del triunfo del franquismo: basta ver esa maravilla del cine español que es Calle Mayor, de Juan Antonio Bardem (basada en La señorita de Trevélez, el gran drama satírico de Arniches) para comprobar el drama que asoló a una generación entera de mujeres españolas: las que, sin apenas estudios ni más profesión que «sus labores», no conocieron la verdadera libertad y hubieron de intentar compensar tan dura ausencia con una vida familiar que ni siquiera siempre iba a resultar satisfactoria.
Recuerdo haber comentado hace unos años con mi querido y admirado Fernando Savater que el cambio social más relevante que se había producido en la sociedad española como consecuencia de la democratización fue el que afectó a la posición de las mujeres. Un cambio favorecido, sin duda, por modificaciones legislativas en esferas diferentes e impulsos políticos y sociales en favor de la igualdad entre hombres y mujeres, pero un cambio que iba a avanzar -sin prisas, pero sin pausas, como aquel de Adolfo Suárez- sobre todo a lomos del esfuerzo de cientos de miles de chicas que, sin ponerse de acuerdo, llegarían al mismo tiempo a una inteligente conclusión: que la mejor cuota y la mejor medida de discriminación positiva a favor de las mujeres es la que estas se ganan a pulso con su inteligencia y con su esfuerzo.
Ayer se entregaron en Lugo los diplomas a los mejores alumnos de la selectividad. El reparto por sexos (209 para chicas frente a 129 para chicos: un 62 % frente a un 38 %) pone de relieve algo que demuestran desde hace tiempo estudios muy diversos: que en todos los niveles de enseñanza y todos los países el rendimiento de las alumnas supera con claridad al de los alumnos. Esa es también mi experiencia como profesor durante años.
Es posible, pese a todo, que las mujeres sigan ocupando menos puestos en política, pero creo que esa ausencia, que también podría ser interpretada como una señal de inteligencia colectiva, no va a impedir que, en poco tiempo, la élite profesional de este país esté formada en gran medida por mujeres. Será esa una victoria decisiva sobre su subordinación. Una victoria que las mujeres habrán ganado sin más ayudas que las de su inteligencia, su esfuerzo y su coraje.

Roberto L. Blanco Valdés

http://www.lavozdegalicia.es/portada/2011/07/03/0003_201107G3P68992.htm